jueves, 11 de marzo de 2010

A VECES...










A veces me destruyes y a veces reconfortas mi corazón con bonitas poesías.
A veces lo hacías…
En ocasiones me enamoro de ti a cada suspiro pero otras sin embargo, tan solo desearía no haber respirado jamás tu voz…
Porque en realidad tú me llenas el alma, colmas mi sed de felicidad y a tu lado encuentro cobijo cuando me ahogo por dentro; pero no puedo más, por qué yo te necesito completo.
Solo para mí en las angustias y aún más para cuando halla algo que celebrar.


Y por este motivo te escribo hoy.


Por qué cariño, yo ya no te encuentro. Siempre estás ausente, distante de mi sombra como el polvo del viento, y no te noto. Absorto en tus pensamientos, con la mirada fija vete tú a saber, con la postura incorrupta durante horas, con la misma expresión de soledad en tú rostro aunque te encuentres acompañado…
No te siento al besarte, ni me estremezco ya cuando hacemos el amor, y es que cariño mío, yo ya no te siento, ni te conozco. Y Perdonaras que te lo diga de este modo tan cobarde, pero ya no podía aguantar más la angustia de querer a un ser extraño, a un visitante inesperado en el momento inadecuado. Y lo siento por qué yo también la quería, también era una parte de mí, por qué también la hecho de menos y la añoro cada día y por qué sobre todo, como tú, yo también la perdí…
Al principio pensé que su marcha nos uniría, que nos reforzaría, que estaríamos juntos en el duelo, que desearíamos ser felices por su felicidad, por qué a ella no le hubiera gustado vernos tristes, pero te marchaste con su ausencia aquel día y te olvidaste de mí…


Así es que hoy, soy yo quien te abandona.


Quédate con tú pena y con tu llanto silencioso, con la amargura que se te está comiendo por dentro y con mi amor. Con ese que despreciaste el día en que nos despedimos de ella para siempre, a la vez que me culpabas y me decías que debería haber sido yo.
Y sí. Lo reconozco.
Yo le di permiso para que se marchara con sus amigos, para que disfrutara de la felicidad de su juventud, para que se divirtiera y enamorara como tú y yo lo habíamos hecho en nuestros años mozos.
Sí, lo reconozco.
Fui yo quien cedió a su chantaje de mimos y miraditas cómplices, a sus besitos tiernos y a sus pucheros bien intencionados, fui yo quien le dio permiso para que se marchara.
¿Pero nunca pensaste que ya tenía suficiente sentimiento de culpa como para que tú siguieras recordándomelo?
De todos modos eso ya no tiene importancia.
Igual que no la tiene que no fuera yo quien conducía ese coche, ni tampoco que lo hiciera como no debía, ni que se cruzara en su camino, ni que no le diera tiempo a frenar, ni que, ni que…tantos y tantos "ni que" que ya no puedo más…
Por eso hoy me marcho, y lo hago del mismo modo, en que tú me abandonaste  hace ya casi quince años.
Lo siento mucho mi amor, pero ya no puedo aguantar durante más tiempo, tu ausencia silenciosa y sin tacto.


Yo siempre te querré aunque ya no te reconozca…


Adiós.


A Ti. porque siempre amare tu ausencia silenciosa y sin tacto...

2 comentarios:

  1. q bonito!me gusta muxisimo!parece real y sincero,se te da genial.si me permites hubo un poema en su dia q me gusto muxo,ya no tiene significado pero fue como una rosa.bss y enhorabuena x este.m gusta muxo.ciao!

    ResponderEliminar
  2. Realmente excepcional!! Hacia tiempo que no leia algo que en tan pocas palabras conjugara tanto significado.no dejes de escribir,perdi a un hijo hace años y lecturas como esta son las que me hacen ver que sea donde sea aun permanece entre nosotros.muchas gracias...

    ResponderEliminar